Aldo Zanabria Gálvez
La propuesta de Inés Temple en su columna “Las 17 habilidades humanas imprescindibles (versión 2025)” representa no solo una guía práctica para el desarrollo profesional contemporáneo, sino también un llamado urgente a reconectar con aquello que nos hace verdaderamente humanos en un mundo progresivamente automatizado y acelerado. En contextos cada vez más volátiles, inciertos, complejos y ambiguos (VICA), este listado de competencias humanas se convierte en una hoja de ruta tanto para líderes como para organizaciones que buscan trascender la mera adaptación tecnológica.
Las habilidades planteadas no son independientes ni aisladas, sino profundamente interdependientes. Aprender a aprender, por ejemplo, es la base para desarrollar el pensamiento crítico, la flexibilidad cognitiva y la mentalidad de crecimiento, elementos esenciales para quienes buscamos no solo sobrevivir al cambio, sino liderarlo. A su vez, la inteligencia emocional, el liderazgo con propósito y la capacidad de generar confianza no solo fortalecen el tejido social de los equipos, sino que también permiten cultivar entornos más empáticos, cooperativos y sostenibles.
Lo que resulta particularmente potente en esta propuesta es su enfoque integral: se reconoce tanto la dimensión racional (análisis, estrategia, foco) como la emocional (autocuidado, empatía, intuición), rompiendo con la vieja dicotomía entre lo técnico y lo humano. En efecto, no basta con saber o hacer: hoy es vital saber ser, saber convivir y saber transformar.
Encuentro en este enfoque un valioso insumo para los procesos de formación y liderazgo organizacional. Estas habilidades no solo deben ser enseñadas, sino también practicadas e institucionalizadas en los espacios de trabajo, cultura y educación. En nuestra realidad altiplánica, donde los retos estructurales se entrecruzan con enormes reservas de talento humano y riqueza cultural, estas competencias pueden y deben convertirse en un motor de transformación social.
Por ello, este listado no es un inventario cerrado, sino un marco de orientación dinámica. Debe ser leído como una invitación a asumir el desarrollo personal como un proyecto ético de vida, y a promover entornos donde las personas florezcan en dignidad, creatividad y propósito. Solo así, en este 2025 que ya no espera, seremos verdaderamente irremplazables.
INÉS TEMPLE
Presidenta LHH DBM Perú y LHH Chile
En un año tan exigente, lo más inteligente es fortalecer aquello que nos hace únicos. Solo así seremos irremplazables.
Frente a un 2025 cada vez más desafiante, veloz y complejo, se vuelve crucial enfocarnos en fortalecer las habilidades humanas que nos hacen valiosos, relevantes y realmente únicos como personas y profesionales. Estas son, desde mi perspectiva, las más importantes a desarrollar para lograrlo:
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Aprender a aprender más rápido, siempre. Y a dejar de lado lo que ya no sirve. Aprender a aprender implica desarrollar la habilidad de adquirir nuevos conocimientos de manera eficiente, para mantenernos vigentes y competitivos.
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Pensamiento crítico. Evaluar información objetivamente, discernir verdades de opiniones, separar hechos de emociones, y tomar decisiones racionales y bien informadas.
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Flexibilidad cognitiva. Poder cambiar de perspectiva, pensar en forma distinta, integrar nuevos conocimientos con facilidad y abordar los problemas desde distintos ángulos.
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Inteligencia emocional. Reconocer y manejar nuestras propias emociones y las de los demás para relacionarnos mejor.
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Liderar con propósito. Inspirar, influir y guiar con una visión clara, con metas alineadas a valores, y con empatía y respeto.
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Adaptarnos y ser resilientes. Afrontar cambios, manejar la adversidad con entereza y seguir adelante con determinación.
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Comunicar con empatía. Escuchar con atención, expresar nuestras ideas con claridad y respeto, y generar conversaciones constructivas.
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Pensamiento estratégico. Comprender el panorama general, anticipar consecuencias y diseñar planes efectivos de acción.
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Manejo del tiempo y enfoque. Priorizar, evitar distracciones, gestionar interrupciones y usar bien nuestro tiempo.
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Proactividad. Hacer que las cosas pasen, tomar la iniciativa, buscar soluciones y asumir responsabilidad por nuestros actos y resultados.
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Generar confianza. Con nuestros actos, consistencia, integridad, transparencia, respeto, y cumplimiento de lo prometido.
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Mentalidad de crecimiento. Creer que siempre podemos mejorar, aprender, cambiar y evolucionar.
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Innovación y creatividad. Encontrar nuevas ideas, soluciones originales y formas distintas de hacer las cosas.
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Trabajo colaborativo. Aportar, cooperar, respetar, compartir, construir sobre las ideas de otros y celebrar logros en equipo.
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Habilidad de influir positivamente. Inspirar y persuadir desde la autenticidad, la integridad y el respeto mutuo.
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Gestión del estrés y autocuidado. Cuidar de nuestra salud física, emocional y mental para funcionar bien y con bienestar.
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Escuchar nuestra intuición. Hacer caso a nuestra voz interior, sabiduría interna o conciencia que nos guía con verdad y sabiduría.
"Nada es más contagioso que una actitud genuinamente optimista y entusiasta que inspira y moviliza con fe".
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