Aldo Zanabria
La ciudad de Juli, ubicada en la provincia de Chucuito, región Puno, a orillas del lago Titicaca, ha sido históricamente reconocida como un centro misional estratégico durante el Virreinato del Perú. Su ubicación privilegiada y la riqueza cultural de sus habitantes la convirtieron, desde el siglo XVI, en un escenario clave para la implantación del cristianismo y la difusión de la lengua castellana, así como para la creación de una de las experiencias más singulares de evangelización en América Latina (Coello de la Rosa, 2007).
Aunque algunos cronistas mencionan una fundación temprana en 1565, fue en 1576 que, por orden del virrey Francisco de Toledo, los misioneros jesuitas se establecieron formalmente en Juli, sucediendo a los dominicos que habían iniciado la evangelización en la región. A partir de entonces, Juli se transformó en un centro de irradiación religiosa y pedagógica, donde se formaron catequistas y se tradujeron textos religiosos a las lenguas originarias, como el quechua y el aimara (Soto Artuñedo, 2024).
Entre los misioneros más destacados estuvo el padre Alonso de Barzana, quien dominó las lenguas nativas y promovió métodos de enseñanza basados en el aprendizaje lingüístico profundo. Gracias a su labor, y a la de otros misioneros europeos, Juli fue considerado un verdadero “laboratorio misional” y antecedente directo de las célebres reducciones jesuíticas del Paraguay (Soto Artuñedo, 2024).
En 1612, se instaló en Juli una imprenta misional, bajo la dirección de Francisco del Canto, que publicó textos fundamentales como el Vocabulario de la lengua aimara y el Confesionario, obras del padre Ludovico Bertonio. Estas publicaciones sirvieron de base para la catequesis en el altiplano y son consideradas hitos de la impresión en lenguas indígenas en el virreinato (Radio Onda Azul, 2022).
La arquitectura de Juli también refleja su importancia histórica. Entre 1565 y 1607 se construyeron cuatro templos monumentales: San Pedro Mártir, San Juan de Letrán, Santa Cruz de Jerusalén y Nuestra Señora de la Asunción. Estas edificaciones, con estilo renacentista y barroco andino, testimonian la riqueza cultural y simbólica que surgió del encuentro entre el mundo indígena y el cristianismo (Wikipedia, 2023a).
Juli no solo fue un centro religioso, sino también cultural. A través de los autos sacramentales, representaciones teatrales evangelizadoras, se promovieron valores cristianos entre los pueblos originarios. Estas formas de teatro influyeron en las danzas y rituales locales, como la Diablada, que representa la lucha entre el bien y el mal y se ha transformado en uno de los principales patrimonios culturales de Puno (Wikipedia, 2023b).
Por su contribución histórica a la evangelización, Juli fue conocida con diversos títulos: “La Roma de América”, “La Santa Sede de las Indias”, y “Pueblo Santo”. Hoy, su legado es reconocido no solo por su historia religiosa, sino por su invaluable aporte al patrimonio cultural del Perú.
Referencias Bibliográficas:
Coello de la Rosa, A. (2007). La doctrina de Juli a debate (1575-1585). Revista de Estudios Extremeños, 63(2), 951–982. https://www.dip-badajoz.es/cultura/ceex/reex_digital/reex_LXIII/2007/T.%20LXIII%20n.%202%202007%20mayo-ag/RV001117.pdf
Radio Onda Azul. (2022, julio 3). Los jesuitas en Juli. https://radioondaazul.com/los-jesuitas-en-juli/
Soto Artuñedo, W. (2024). Alonso de Barzana y la doctrina de Juli, precursores de las reducciones de Paraguay. Archivo Teológico Granadino, 87, 99–126. https://revistas.uloyola.es/ATG/article/view/5216
Wikipedia. (2023a). Jesuitas del Perú. En Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Jesuitas_del_Per%C3%BA
Wikipedia. (2023b). Diablada. En Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Diablada
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