19 diciembre 2025

El sol fuerte y Puno débil: riesgos y oportunidades ante la apreciación cambiaria

Por Aldo Zanabria

En los últimos meses, la apreciación del sol frente al dólar —con proyecciones que sitúan el tipo de cambio en torno a S/ 3.28— ha sido presentada en el discurso público como una señal inequívoca de fortaleza económica. Sin embargo, esta lectura resulta incompleta y, en regiones como Puno, incluso engañosa. Un sol fuerte puede ser un alivio para el consumo urbano, pero también constituye un riesgo estructural para economías regionales frágiles, poco diversificadas y altamente dependientes de actividades transables.

Desde una perspectiva regional, Puno no es un gran importador ni un centro financiero; es, fundamentalmente, una economía productiva periférica basada en agricultura, ganadería, turismo cultural y pequeñas exportaciones. En este contexto, la apreciación del sol afecta de manera directa la competitividad de los productores locales. Cada dólar que ingresa por exportaciones agropecuarias, artesanales o por turismo receptivo se convierte ahora en menos soles, reduciendo márgenes, desincentivando inversión y, en el peor de los casos, precarizando el empleo.

El impacto es especialmente sensible en el turismo. Un sol apreciado encarece el destino Puno para el visitante extranjero, en comparación con otros países andinos. Esto no solo afecta a hoteles y agencias, sino a toda la cadena de valor: artesanos, transportistas, guías locales y comunidades rurales que dependen del turismo vivencial. Mientras Lima puede beneficiarse del consumo de bienes importados, Puno enfrenta una pérdida silenciosa de competitividad.

En el ámbito microeconómico, el efecto distributivo es claro: ganan los consumidores urbanos con acceso a bienes importados, pero pierden los productores rurales y las economías locales. Esta asimetría profundiza brechas territoriales y reproduce un modelo centralista donde los beneficios macroeconómicos no se traducen en desarrollo regional.

Frente a este escenario, la pregunta clave no es si el sol debe apreciarse o no, sino qué hacemos como región ante un contexto cambiario adverso para la producción local. La respuesta no puede ser pasiva.

Puno necesita estrategias claras de adaptación y desarrollo. En primer lugar, es imprescindible agregar valor a la producción local. Exportar materia prima con un sol fuerte es inviable; transformar, certificar, diferenciar y vincular producción con identidad cultural es una necesidad económica, no solo cultural. En segundo lugar, se requiere diversificar la oferta turística, apostando por experiencias de alto valor simbólico y tecnológico (turismo cultural, científico, comunitario y digital), menos sensibles al tipo de cambio.

Asimismo, es urgente fortalecer capacidades tecnológicas y de innovación regional, incorporando herramientas digitales, comercio electrónico, inteligencia de mercados y plataformas de promoción internacional para productores y emprendedores puneños. Un sol fuerte debe ser aprovechado para importar tecnología, conocimiento y equipamiento, no solo bienes de consumo.

Finalmente, el Estado —en sus niveles regional y local— debe asumir un rol activo, articulando políticas productivas, infraestructura logística y financiamiento orientado a la competitividad regional. Sin esta intervención estratégica, la apreciación del sol corre el riesgo de convertirse, para Puno, en otro episodio donde la estabilidad macroeconómica convive con el estancamiento territorial.

En síntesis, un sol fuerte no garantiza desarrollo. Para Puno, puede ser una amenaza si no se actúa con visión estratégica, pero también una oportunidad si se utiliza como palanca para transformar su estructura productiva. El verdadero desafío no está en el tipo de cambio, sino en la capacidad de la región para convertir los shocks macroeconómicos en procesos sostenibles de desarrollo local.

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