Por: Aldo Zanabria
Puno vuelve a ser noticia. Los últimos acontecimientos —asaltos, crímenes, protestas, discursos que criminalizan la protesta social— reflejan un escenario de inseguridad e incertidumbre que golpea a nuestras familias. Sin embargo, detrás de estas sombras, también late una fuerza que no debemos olvidar: la capacidad del pueblo puneño de resistir, organizarse y exigir cambios.
La inseguridad ciudadana se ha convertido en una de las principales preocupaciones. Cada robo o crimen no solo arrebata bienes materiales, sino también la tranquilidad y la confianza en nuestras calles. Pero este problema no puede enfrentarse solo con más represión; necesita instituciones sólidas, justicia imparcial y, sobre todo, un Estado presente en los barrios y comunidades.
Las protestas en Puno no deben reducirse a titulares que las señalan como actos vandálicos. Son la expresión de un pueblo que reclama ser escuchado, de comunidades que exigen oportunidades, inversión y respeto. Etiquetar la protesta como delito es un error que nos aleja de la solución. Lo que se necesita es diálogo real, políticas adaptadas a la realidad del Altiplano y decisiones valientes desde Lima y desde nuestras propias autoridades regionales.
No obstante, en medio de estas crisis también vemos esperanza. Puno es tierra de artistas, de jóvenes universitarios que cada día luchan por salir adelante, de comunidades que conservan tradiciones milenarias. Es la Capital del Folklore Peruano, pero también puede y debe ser la capital de la innovación social y tecnológica. Allí está nuestra oportunidad: unir cultura y modernidad para construir un futuro distinto.
Hoy, más que nunca, necesitamos unirnos. La lucha contra la inseguridad y la indiferencia del Estado no será fácil, pero tampoco imposible. Requiere ciudadanos vigilantes, académicos comprometidos, autoridades responsables y jóvenes que crean en su tierra.
Porque Puno no solo resiste: Puno inspira. Inspira cuando sus sikuris levantan la voz del lago, cuando su Diablada recuerda al mundo que la identidad cultural también es resistencia. Inspira cuando cada estudiante, cada madre, cada trabajador, sigue apostando por esta tierra a pesar de las adversidades.
La indignación que sentimos debe transformarse en energía para la acción. Si dejamos que el miedo nos paralice, habrán ganado los violentos y los corruptos. Pero si nos levantamos con firmeza, organizados y con visión de futuro, entonces Puno demostrará una vez más que es capaz de marcar el rumbo del Perú.
https://orcid.org/0000-0003-3314-8768


1 comentarios:
Buen punto sobre cómo las protestas en Puno no son solo vandalismo, sino un reclamo real. Me hace pensar en la necesidad de más diálogo desde Lima. Interesante perspectiva.
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