20 septiembre 2025

Aclaración sobre la Morenada de Puno

Por: Aldo Zanabria

Nadie niega que la Morenada tiene un fuerte arraigo en Bolivia y que allí se consolidó como una de sus danzas más representativas. Pero también es cierto que Puno formó parte del proceso histórico de su aparición. Hay que recordar que en tiempos coloniales todo este territorio era el Virreinato del Perú y que recién en agosto de 1825 se crea la República de Bolivia, nombrada así en honor a Bolívar. Antes de esa fecha, lo que hoy llamamos Perú y Bolivia era un mismo espacio político y cultural: el Alto Perú, habitado por pueblos aymaras y con presencia de población africana esclavizada.

La Morenada no surge de la nada ni en un solo lugar. Diversos estudios coinciden en que los esclavos africanos traídos a trabajar en las minas y obrajes —tanto en Potosí como en Puno— fueron los que dieron inicio a lo que primero se conocía como la danza del moreno, que luego evolucionaría en la Morenada (Vive Candelaria, s.f.; Waykis, 2025). Por eso es un error afirmar que es “100 % boliviana”, porque en su desarrollo intervinieron múltiples factores históricos y culturales en toda la región altoandina.

Además, hay un principio básico en el estudio del folclore: cuando una manifestación artística llega a una ciudad y permanece allí por más de 50 años, adquiere características propias de esa zona. Así ha pasado con la Morenada en Puno, donde tiene un estilo particular dentro de la Festividad de la Virgen de la Candelaria, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (UNESCO, 2014). Lo mismo ocurre con otras danzas como el Caporal o incluso con la Marinera en el Perú, que tiene variantes regionales según el lugar donde se baila.

Entonces, ¿por qué ese afán de defender la exclusividad? Muchas danzas han seguido procesos parecidos de migración y adaptación. Los arrieros argentinos que llegaron a Tacna, Moquegua y Puno, por ejemplo, también dejaron huella en expresiones musicales y danzarias.

En conclusión, la Morenada no es “de Perú” ni “de Bolivia” de manera exclusiva. Es una danza del Alto Perú, de ese espacio cultural compartido que hoy abarca territorios de ambos países y, en menor medida, del norte de Chile. Duela a quien duela, esa es la verdad histórica. Los que vivimos en el Altiplano lo entendemos bien, aunque en Lima o en otras ciudades haya gente que pretenda reducirlo a una sola bandera.

Si realmente queremos entender este tema, la recomendación es clara: leer etnohistoria y etnografía, revisar monografías tanto de autores bolivianos como puneños, y dejar de repetir discursos cerrados. Solo así se podrá valorar a la Morenada en toda su riqueza y complejidad.

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