Por: Aldo Zanabria
En el Perú, y particularmente en la región de Puno, los desafíos educativos se intensifican en un contexto marcado por desigualdades sociales, falta de inversión en infraestructura y una creciente exposición a la sobreabundancia informativa. Estos factores hacen que el pensamiento crítico sea no solo una competencia escolar, sino una necesidad urgente para la juventud. Ante los riesgos del adoctrinamiento político, religioso o mediático, la educación puneña debe asumir el compromiso de formar ciudadanos capaces de analizar, cuestionar y decidir con autonomía. Tal como señala Marina (2023), el pensamiento crítico constituye la mejor defensa contra la manipulación y el fanatismo.
El sistema educativo peruano aún privilegia, en gran parte, la memorización sobre la reflexión, lo que limita la formación de jóvenes con capacidad para discernir entre información verdadera y falsa (Butler et al., 2024). En Puno, esta situación se ve agravada por limitaciones en acceso a tecnologías, precariedad en condiciones escolares y escasa capacitación docente en metodologías activas. No obstante, la juventud puneña ha demostrado históricamente un gran potencial crítico y organizativo, como se observa en los movimientos estudiantiles y en la defensa de sus derechos culturales y sociales.
La política educativa nacional, a través del Proyecto Educativo Nacional al 2036, ha señalado la importancia de formar ciudadanos críticos, capaces de convivir en democracia y de responder a los retos de la globalización. Sin embargo, la implementación de estas metas en regiones como Puno enfrenta serias brechas: aulas saturadas, currículos rígidos y falta de inversión en formación docente. Como advierte Bates (2025), el pensamiento crítico debe ser eje transversal de toda la educación, y no un complemento marginal. Esto implica replantear los planes de estudio de la región, integrando proyectos interdisciplinarios, debates, estudios de caso y experiencias comunitarias que vinculen el conocimiento con la realidad local.
Asimismo, los docentes tienen un rol esencial. En palabras de Palavan (2020), la formación docente en pensamiento crítico aumenta la capacidad de guiar a los estudiantes hacia el análisis autónomo. En Puno, donde muchos jóvenes son herederos de una cultura milenaria, el desafío es doble: deben aprender a valorar sus raíces culturales y, al mismo tiempo, a cuestionar discursos que buscan manipularlos. En este sentido, la enseñanza del pensamiento crítico debe articular tanto las competencias STEM como la formación humanista y ciudadana.
La juventud de Puno, protagonista de la vida académica, cultural y política de la región, enfrenta un reto histórico: no dejarse arrastrar por discursos simplistas ni por fanatismos que dividen y debilitan a la sociedad. El pensamiento crítico no significa desconfiar de todo, sino aprender a preguntar, buscar evidencias, dialogar y tomar decisiones informadas. En un mundo donde la manipulación digital y las ideologías extremas buscan capturar mentes jóvenes, cultivar la reflexión es un acto de libertad y responsabilidad. Ser críticos es también ser constructores de un futuro mejor para la región y el país.
El pensamiento crítico en Puno debe ser entendido como un pilar de la democracia, la justicia social y el desarrollo regional. Educar para pensar críticamente es formar jóvenes capaces de reconocer la riqueza de su cultura, pero también de enfrentar con autonomía las presiones externas. En una sociedad globalizada y digital, esta capacidad es indispensable para garantizar la libertad frente a cualquier intento de adoctrinamiento. La juventud puneña tiene en sus manos el reto de convertirse en líderes reflexivos y responsables, capaces de transformar su realidad sin perder de vista sus raíces.
El aprendizaje en Puno debe orientarse hacia la formación integral de los estudiantes, promoviendo el pensamiento crítico, la autonomía y la reflexión como ejes centrales del proceso educativo. Más allá de la simple transmisión de conocimientos, es necesario que las políticas educativas locales impulsen estrategias que conecten la escuela con la realidad cultural y social de la región, fomentando en los jóvenes la capacidad de cuestionar, analizar y proponer soluciones a los problemas de su entorno. De esta manera, la educación no solo contribuirá al desarrollo académico, sino también al fortalecimiento de la identidad puneña y a la construcción de una ciudadanía crítica y comprometida con el cambio social.
Referencias:
Bates, J. (2025). Cultivating critical thinking skills: A pedagogical study. Journal of Educational Practice. https://doi.org/10.1080/26939169.2024.2394534
Butler, H. A., Pentoney, C., & Bong, M. (2024). Predicting everyday critical thinking: A review. Frontiers in Psychology, 15, 122–135. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC10890380/
Palavan, Ö. (2020). The effect of critical thinking education on the critical thinking skills and the critical thinking dispositions of preservice teachers. Educational Research & Reviews, 15(10), 606-627. https://doi.org/10.5897/ERR2020.4035
Marina, J. A. (2023, agosto 24). José Antonio Marina, filósofo: “El pensamiento crítico es nuestra defensa contra la manipulación y el fanatismo”. El País. https://elpais.com/economia/formacion/2023-08-24/jose-antonio-marina-filosofo-el-pensamiento-critico-es-nuestra-defensa-contra-la-manipulacion-y-el-fanatismo.html
Ministerio de Educación del Perú (Minedu). (2020). Proyecto Educativo Nacional al 2036: El reto de la ciudadanía plena. Lima: Consejo Nacional de Educación.
0 comentarios:
Publicar un comentario